viernes, 10 de octubre de 2008

Vida y Obra de Isaac Abravanel (Parte II: Infancia)



A raíz del gran interés que suscitó en nuestros lectores la primera entrega de la biografía de Don Isaac Abravanel posteada el 4 de Septiembre pasado, a continuación se presenta el segundo fragmento (parte II. Infancia) del CAPÍTULO I “PORTUGAL: UN REFUGIO FELIZ” del excelente libro de B. Netanyahu intitulado “Don Isaac Abravanel: Statesman & Philosopher", publicado por la Jewish Society of America, que hemos seleccionado, traducido y editado especialmente para esta entrega.

B. Netanyahu, Don Isaac Abravanel: Statesman & Philosopher, The Jewish Publication Society of America, Philadelphia, 5728-1968 (pags. 6-12):

Cuando los Abravanel se instalaron en Portugal, el país estaba renaciendo. El período siguiente a la gran batalla de Aljubarrota (1385) –en la que la valentía portuguesa obtuvo la victoria sobre Castilla– contribuyó a solidificar el nacionalismo de Portugal. Aquella batalla marcó un hito en la historia de la Península Ibérica, ya que no sólo consiguió asegurar la independencia de Portugal en ese momento, sino que también fue, en gran parte, la responsable de que ese país, en marcado contraste con Aragón, nunca se haya fusionado realmente con Castilla.

Geográficamente, Portugal era una extensión directa de Castilla; étnicamente, no se diferenciaban; y lingüísticamente, Portugal se acercaba más a Castilla que a Aragón. Portugal es un ejemplo de nación concebida, fundamentalmente, de la política. A diferencia de otros Estados de Europa, su origen debe remontarse, en primer lugar, a los conflictos feudales de la Edad Media.

(…)

Sus guerras de expansión y su lucha por la independencia determinaron, en gran medida, la actitud de Portugal hacia los judíos. Mientras el país se enfrentaba a un doble peligro, proveniente de los musulmanes y de Castilla, a la minoría judía no se la molestaba.

Además, para los judíos, las condiciones económicas no eran menos favorables que las condiciones políticas. En los nuevos distritos conquistados y en los pueblos casi desolados, los judíos, que tradicionalmente hacían revivir las ciudades en ruinas durante la Edad Media, eran bienvenidos en su rol de colonizadores y comerciantes. Sin embargo, en el segundo período de la historia portuguesa, que comenzó con la conquista de Algarve –la última región que los portugueses habrían de quitarle a los moros (1249)–, tanto las condiciones políticas como las económicas empeoraron para los judíos.

El siglo XIV fue testigo del surgimiento de una clase burguesa considerable en Portugal, y junto con ella, del surgimiento de la hostilidad hacia los judíos. Las consecuencias del conflicto castellano-portugués agravaron aún más la situación de los judíos. La victoria decisiva sobre Castilla (1385) centró la atención general en las cuestiones internas e intensificó, en gran medida, los sentimientos nacionalistas.


Ambos hechos contribuyeron considerablemente a la creciente tensión para con los judíos. Por ende, en el tercer período, que comenzó con el reinado de Joấo I (el héroe de la batalla de Aljubarrota), tuvieron lugar crecientes reclamos por parte de las Cortes para eliminar los privilegios que la Corona había concedido a los judíos y para someterlos a las mismas limitaciones que las impuestas en Castilla.

Pero en Portugal, incluso más que en otros países, el reclamo con respecto a los judíos no obtuvo respuesta, ya que la Corona tenía otros problemas que considerar aparte de la animosidad popular contra los judíos. Una vez más, como ocurría en otros países en la Edad Media, las medidas tomadas contra los judíos de Portugal se hacían inteligibles en el barómetro político que registraba las relaciones entre la monarquía y la nobleza.

(Como consecuencia de la independencia portuguesa) Joấo I (…) perdió casi la totalidad del ingreso (..) y pasó a depender por completo del ingreso derivado de los impuestos y de otros ingresos que no fueron afectados por la alienación de sus posesiones. Por este motivo, estaba interesado en apoyar a los judíos, dado que constituían un fuerte componente en el comercio de Portugal (…).

Por las mismas razones, Joấo I no se opuso a la afluencia de conversos desde Castilla, aunque el “precio” fuera que éstos retornaran al judaísmo. El, por supuesto, se horrorizó con la medida que hizo que Portugal adquiriera “mala fama” entre los países cristianos por brindar refugio a los herejes que habían escapado de Castilla. Portugal siempre fue una zona conflictiva para la Iglesia. Joấo, a pesar de considerarse ortodoxo, continuó con la política tradicional de los Reyes de Portugal que, en repetidas ocasiones, lograron vencer los intentos eclesiásticos de intervenir en las decisiones del gobierno.

Sin embargo, ante la fuerza de la hostilidad popular hacia los judíos, Joấo se vio forzado, en ocasiones, a ceder el poder a las Cortes y promulgar leyes contra los judíos. Ejemplos de esto fueron, la ley que hizo obligatorio el uso de la insignia distintiva (1391) y aquella que disponía que los judíos no tuvieran derecho a ocupar cargos en el servicio Real (1404). No obstante, estas leyes no fueron aplicadas, hecho que se evidencia en los reclamos del clero contra Joấo efectuados en 1427.

Por lo tanto, los Abravanel llegaron a Portugal en un momento en que el clima social del país era hostil hacia los judíos, pero la política preponderante aún estaba a favor de ellos, y había oportunidades para los negocios financieros. Hay pruebas que demuestran que, ya a comienzos del siglo XV, los Abravanel desempeñaban un rol activo en el comercio de Portugal, y de ello puede derivarse fácilmente que el padre de Don Isaac, Don Judah –hijo del contador mayor de Castilla–, tuvo pocas dificultades para ascender a puestos de importancia política y financiera.

Sin embargo, la política adoptada con respecto a los judíos de Portugal, en el momento del nacimiento de Abravanel, generó serias preocupaciones para el futuro.

En 1433, cuatro años antes del nacimiento de Abravanel, Joấo I falleció y dejó el trono a su hijo mayor, Duarte, quien al no tener la consideración que tuvo su padre con los barones, cambió radicalmente su política hacia ellos. Como desaprobaba la alienación de las tierras de la Corona, buscó la manera y los medios de redimir el patrimonio Real.

En su lucha contra la nobleza, necesitó el apoyo de las Cortes, que representaban a las ciudades y al clero; por lo tanto, tuvo que prestar atención a sus reclamos contra los judíos y a su manifiesta posición anti-judía. La pestilencia que azotó al país durante su reinado y una guerra sin éxito en África sólo contribuyeron a estimular la intolerancia hacia los judíos. Pero estas calamidades también acortaron la vida del Rey, quien murió en 1438, víctima de la plaga, sin que sus iniciativas fueran exitosas y dejando sus políticas inconclusas.

Don Isaac Abravanel nació el año anterior a la muerte de Duarte, y ese mismo año apareció el primer registro relativo a la posición de Don Judah en Portugal. En esa fecha, Duarte envió su desventurada expedición a Tanger, cuya conquista fue, desde 1418, el principal objetivo de la política expansionista de Portugal. Entre los líderes de esta expedición, se encontraba el Infante Fernando, maestro de la Orden de San Benedicto de Avis y uno de los cinco famosos hijos de Joấo. Antes de embarcarse en su misión fatal –luego, moriría en una prisión enemiga- Don Fernando había preparado un testamento en el que ordenaba el pago de una deuda de 97.100 reis a Don Judah Abravanel. Si Don Judah fue el tesorero del Infante, como algunos biógrafos aseguran, o si trabajaba en el servicio financiero, no puede afirmarse con certeza.

De todos modos, en el año del nacimiento de Isaac Abravanel, Don Judah, su padre, poseía una gran fortuna y tenía relaciones directas con la Casa Real de Portugal. Como Don Isaac declaró en uno de sus escritos, él fue “criado con riqueza y honorabilidad”.Sin embargo, la infancia de Don Isaac no estuvo totalmente libre del espíritu opresivo de la atmósfera anti-judía imperante.

Durante la minoría de edad de Alfonso V, la regencia fue delegada a Don Pedro, el hermano de Duarte. Este último, que fue un gobernante vigoroso y astuto, opinaba del mismo modo que su hermano, el difunto Rey, con respecto a la necesidad de reducir los extensos poderes de los nobles. Además, se dio cuenta de que para llevar a cabo su propósito necesitaba la ayuda del pueblo, motivo por el cual no podía apoyar a los judíos.

Don Pedro, como regente, no tenía la fuerza necesaria para llevar al extremo su política contra la nobleza y, por lo tanto, no tuvo razones para extender las medidas de su hermano Duarte contra los judíos. No obstante, la tendencia de las medidas tomadas por Don Pedro se puede observar claramente en las Ordenanzas de Alfonso V, un código que fue compilado bajo la dirección de Don Pedro y que incorporó la mayoría de las leyes anti-judías dictadas en Portugal durante los reinados anteriores. Si bien muchas de estas leyes no se cumplieron, también es cierto que muchas otras leyes anti-judías aprobadas por las Cortes durante el reinado de su predecesor, Duarte, sí se llevaron a la práctica.

Por lo tanto, la infancia de Don Isaac transcurrió durante un régimen que, en general, respetaba los decretos del difunto Rey Duarte contra los judíos, decretos estos que remarcaban y profundizaban la brecha entre la población judía y la no judía.

Sobre todo, resulta evidente que, durante el mandato de Don Pedro, no hubo ninguna morigeración a las severas restricciones relativas a que los judíos pudieran permanecer fuera de las juderías. En consecuencia, todas las noches, cuando sonaban las campanas de las iglesias, el niño Isaac sabía que las juderías debían cerrar, que duros castigos amenazaban a los judíos que se encontraran fuera de ellas luego del atardecer y que nadie –excepto algunos privilegiados, de los cuales su padre formaba parte– tenía permiso para atravesar los portales vigilados.

No obstante, la población no judía no estaba satisfecha con las medidas anti-judías las que si bien eran rigurosas, a su vez eran limitadas, por lo tanto, la creciente hostilidad hacia los judíos en todo el país desembocó en la violencia.

En el año 1449, cuando Don Isaac Abravanel tenía doce años, ocurrió el primer gran brote contra los judíos en Lisboa, su ciudad natal.

Una muchedumbre enardecida, decidida a saquear y asesinar, avanzó hacia las tres juderías de la ciudad, pero las encontraron fortificadas y defendidas con vigor –un fenómeno que era común en la Península–, entonces, la muchedumbre decidió retirarse con el fin de re-organizarse para continuar con las agresiones.

Dado que la situación de los judíos era tan precaria y la ciudad estaba tan alborotada, el Secretario de Estado le aconsejó al Rey Alfonso V, que se encontraba en Evora, que regresara a la capital.

Alfonso V regresó, pero la tensión, en vez de disminuir, se transformó en una sublevación en contra del Rey. Las rigurosas medidas adoptadas por Alfonso V para reprimir los movimientos rebeldes en la ciudad y el castigo severo que impuso a los transgresores, finalmente, convencieron a los burgueses de Lisboa de que el Rey Alfonso V estaba decidido a defender a los judíos con todas las fuerzas que tenía a su disposición.

El intento de eliminar a la comunidad judía de Lisboa tuvo lugar en un momento de agitación política. Aquél fue el año que presenció el punto crítico del conflicto entre Alfonso V y su tío, Don Pedro.

El instigador de ese conflicto fue otro Alfonso, el Conde de Barcelos e hijo ilegítimo de Joấo I, quien se esforzó por reemplazar a su medio hermano, Don Pedro, y quitarle su influencia política en la Corte. A esta ambición personal del Conde de Barcelos, se sumó un motivo político que, desde el punto de vista histórico, fue mucho más significativo: mientras que Don Pedro defendía la política del difunto padre de Alfonso V, Duarte, que apuntaba a limitar el poder de la nobleza, el Conde de Barcelos, en defensa del principio feudal, se oponía con firmeza a dicha limitación.

Don Pedro, para apaciguar a su medio hermano Alfonso, el Conde de Barcelos, le concedió, en 1442, el título de Duque y el señorío de Braganza, pero no consiguió detenerlo.

Al igual que a otros nobles, a Alfonso le preocupaba la inminente mayoría de edad del Rey Alfonso V. En 1447, cuando el Rey se casó con la hija de Pedro, Elizabeth, la preocupación de Braganza, (…), fue aún mayor. Entonces, su objetivo consistió en destruir al regente Pedro antes de que éste lograra utilizar al Rey Alfonso V como instrumento para llevar a cabo su medida contra los barones.

Su objetivo se terminó de consumar cuando, luego de haber socavado la confianza que el Rey Alfonso V tenía en Don Pedro, éste último fue declarado traidor del Reino y asesinado en un enfrentamiento con las fuerzas Reales.

En 1449, que fue el año de los disturbios anti-judíos ocurridos en Lisboa, Don Pedro encontró la muerte en el campo de batalla. Este acontecimiento ensombreció el futuro de la historia portuguesa y tuvo un efecto decisivo en el destino de los judíos de Portugal.

Durante las siguientes tres décadas (…), la Casa de Braganza sería la más influyente de su Reino.

Cuando el conflicto fue resuelto, el joven Isaac Abravanel apenas imaginaba en ese momento que su auge y caída en Portugal habrían de estar íntimamente ligados al auge y a la caída de los poderosos Braganza.

(próximanente publicaremos la tercera parte)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios a esta nota: