miércoles, 26 de noviembre de 2008

Invitación a la Presentación del Libro de la Fundación Abravanel editado por Eudeba



Los esperamos a todos el 2 de diciembre en el Salón Azul del Honorable Senado de la Nación, a las 18,45 horas, para la presentación del libro "Terrorismo Internacional y Derechos Humanos. Apuntes para una Legislación Anterrorista." . La entrada es libre y gratuita.

Para ampliar la invitación, haga click sobre la misma.



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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Presentación del Libro "Terrorismo Internacional y Derechos Humanos" de la Fundación Abravanel en el Honorable Senado de la Nación



Es un honor para nosotros invitar a nuestros lectores y amigos a la presentación de la nueva publicación de la Fundación Abravanel intitulada "Terrorismo Internacional y Derechos Humanos. Apuntes para una legislación antiterrorista”, a realizarse el próximo 2 de Diciembre del corriente a las 18:45 hs. en el Salón Azul del Honorable Senado de la Nación (Hipólito Yrigoyen 1849 Piso 1°, Capital Federal).

La presentación del libro, impreso por editorial Eudeba, contará con la presencia del Sr. Presidente Provisional del Honorable Senado de la Nación, Senador Dr. José J. B. Pampuro; el Presidente del Comité Judío Americano (AJC), Sr. Richard Sideman; el Presidente de la Auditoria General de la Nación, Experto en Derechos Humanos y Relator Especial de Naciones Unidas, Embajador Leandro Despouy; el Presidente de la DAIA, Sr. Aldo Donzis y; el Presidente de nuestra Fundación, Dr. Agustín Zbar.

Además en el evento contaremos con la presencia de personalidades interesadas en la temática del ámbito de la política, las organizaciones no gubernamentales, la academia jurídica y los medios de comunicación.

Los esperamos!
Fundación Abravanel



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martes, 4 de noviembre de 2008

Vida y Obra de Isaac Abravanel (parte III. Estudios y primeros esfuerzos literarios)




Continuando con nuestro recorrido por la historia de Isaac Abravanel y su familia, presentamos la tercera entrega de su biografía correspondiente al tercer fragmento (parte III. Estudios y primeros esfuerzos literarios) del CAPÍTULO I “PORTUGAL: UN REFUGIO FELIZ” del trabajo de B. Netanyahu intitulado “Don Isaac Abravanel: Statesman & Philosopher", publicado por la Jewish Society of America, que hemos seleccionado, traducido y editado especialmente para nuestros lectores.

Para los que aún no hayan podido leer las entregas anteriores, les recordamos que pueden leerlas aquí (primera entrega) y aquí (segunda entrega).

B. Netanyahu, Don Isaac Abravanel: Statesman & Philosopher, The Jewish Publication Society of America, Philadelphia, 5728-1968 (pags. 12-17):

III. Estudios y primeros esfuerzos literarios

Se considera que el reinado de Alfonso fue un período de prosperidad para los judíos de Portugal. Sin duda, esto es cierto en gran medida; sin embargo, sería erróneo pensar que este cambio radical en la posición de los judíos se verificó cuando Alfonso asumió el poder. La laxitud de la Corona (portuguesa) en materia de cumplimiento de las medidas anti-judías resultó destacable desde un comienzo, pero, al poco tiempo, las Cortes se quejaron de dicha permisividad.

En 1451, las Cortes de Santarem, volvieron a dictar leyes para que los judíos tuvieran que usar la insignia distintiva como ya se había decretado anteriormente, y para prohibirles vivir fuera de las juderías. Se dictaron leyes similares, cada tanto, al menos durante la década siguiente y, fue sólo años más tarde que Alfonso llegó a sentirse con la fuerza o la motivación suficientes como para ignorar a las Cortes con respecto a la cuestión judía.

Por lo tanto, en cuanto a los judíos, el largo reinado de Alfonso podría dividirse, a grandes rasgos, en dos períodos iguales: el primero –que duró hasta la mitad de 1460–, en el que la política de Pedro aún estaba vigente aunque su efectividad disminuía gradualmente; el segundo, que duró hasta la muerte de Alfonso, en el que el Rey, abiertamente, adoptó una política pro-judía decidida y desarrollada por completo.

A pesar del apoyo oficial que Alfonso brindó, durante el primer período de su reinado, a la legislación hostil hacia los judíos, su verdadera postura no pudo permanecer inadvertida durante mucho tiempo para la elite de la comunidad judía de Portugal que, tanto por razones políticas como económicas, se esforzaba por establecer relaciones amistosas con la Corte.

La figura más prominente de esta elite, por esos días, era Don Judah Abravanel, el padre de Don Isaac. Es cierto que no existen registros sobre su actividad, pero incluso con el escaso material disponible, queda claro que él fue, al menos en los años sesenta, el líder de la comunidad judía de Portugal y un hombre de gran influencia y fama. Dado que Don Judah no era devoto ni de lo académico ni de lo religioso, debe de haber adquirido su liderazgo en la comunidad a través de su posición política y económica, o más precisamente, a través de sus relaciones con la Corte. Sin embargo, su conexión con la Corte no podría haber sido realmente relevante si no hubiera sido apoyada por el Duque de Braganza, quien ejercía gran influencia sobre el Rey y era el valuarte principal en la administración.


Por lo tanto, podemos asumir que la amistad excepcional que años más tarde marcó la relación de Don Isaac con los príncipes de Braganza fue la continuación de una relación familiar iniciada en los días del primer Duque de Braganza por su padre, Don Judah.

Al ser hijo de un poderoso cortesano judío, Isaac Abravanel estaba acostumbrado desde niño a visitar el “palacio de los Reyes y de los Príncipes”, y su educación, por consiguiente, se adecuaba al estrato social en el que su familia vivía y, lo preparaba para que en el futuro asumiera las responsabilidades y obligaciones de su padre.

Aquellos fueron días en que la cultura renacentista invadía Portugal, y entre los protagonistas principales del nuevo movimiento se encontraban los miembros de la familia real. Don Pedro era un hombre del Renacimiento y también lo era el Rey Alfonso V.

El estudio de los clásicos romanos y el latín formaron parte de la educación de Don Isaac Abravanel. Su familiaridad con las obras de los historiadores, pensadores y moralistas políticos romanos –familiaridad que es evidente en sus escritos– fue un legado de aquellos días, y el efecto que éstas obras, en particular las de Séneca y Cicerón, causaron en su desarrollo intelectual fue profundo e indeleble. Su conocimiento de latín, además, (cuando su manera de pensar se apartaba del Renacimiento) le permitió también profundizar en sus escritos sobre los escolásticos cristianos medievales y las obras de la Iglesia de los Padres. (…)

El latín, el portugués y el castellano fueron, entonces, las tres lenguas europeas en las que escribió Isaac Abravanel. Sin embargo, es poco probable que se haya destacado en éstos más que en el hebreo ya que, en una etapa muy temprana de su vida, manifestó un dominio de esta lengua que no sólo sorprende por su vivacidad y belleza, sino que también indica un vasto conocimiento de todas las fases de la literatura hebrea. Asimismo, fue en hebreo que él habría recibido su educación básica en todos los temas que formaron su complejo plan de estudios. En conformidad con la tradición prevaleciente entre la intelligentsia judía medieval, este plan de estudios estaba compuesto no sólo por el estudio de los maestros de la filosofía judía de la Edad Media, sino también por sus precursores griegos y árabes, especialmente Aristóteles, Averroes y Avicena, y también incluía a las “ciencias naturales”, es decir, a la medicina y la astrología. En sus escritos, Abravanel muestra conocimiento de las teorías médicas que prevalecían en la época, así como familiaridad con los fundamentos de la astrología (…).

Isaac no estaba destinado, sin embargo, a ser ni médico ni astrólogo. Por naturaleza, era teórico y escritor, y tanto su capacidad intelectual como su habilidad para escribir se revelaron por completo en su primer trabajo filosófico, que habría escrito a los veinte años de edad.

El ensayo se intitulaba “La Forma de los Elementos”, y todo su contenido coincide con el título. Aquí, Abravanel pretende determinar la forma o, mejor dicho, las cualidades esenciales de los elementos –fuego, agua, aire y tierra– de los cuales, según Aristóteles, se compone el mundo sub-lunar. No hay nada en su obra que indique una visión religiosa, ni siquiera un interés en opiniones religiosas. Aquí se refleja el axioma de la máxima de Aristóteles: “¡La naturaleza no hace nada sin un propósito!”. ¡La naturaleza! No se menciona a Dios en absoluto. No se cita a la Biblia, ni a ninguna fuente religiosa judía. Aquí fue la filosofía (…), basada no en el dogma religioso, sino en la lógica, la deducción y la observación.

Durante su juventud, Abravanel habría abrigado la ambición de profundizar en el estudio de la filosofía y de encontrar respuestas a, por lo menos, algunos de los misterios que los grandes filósofos habían dejado sin resolver. Estos problemas lo fascinaban, y el estudio de la filosofía continuó siendo su gran pasión durante mucho tiempo.

Pero, finalmente, hubo un cambio. (…) Isaac observó las contradicciones, incertidumbres y limitaciones que marcan toda teoría filosófica y llegó a la conclusión de que la filosofía es, en gran medida, un ejercicio inútil en la dialéctica. Sin embargo, se encontraba por naturaleza poseído por una sed de verdad, sed que, cuando la filosofía no la saciaba, la intensificaba; y como otros racionalistas desilusionados, se volcó a la religión y al misticismo.

Sin embargo, asumir que ese cambio de opinión fue sólo el resultado de una desilusión intelectual sería una simplificación excesiva, ya que el misticismo es rara vez sólo el resultado de procesos especulativos. (…)

Existen pocos motivos para creer que la inclinación mística de Abravanel tuvo origen en alguna desilusión o insatisfacción personal. Nuestro conocimiento de la vida privada de Abravanel es bastante incompleto. No obstante, sí sabemos que estaba casado en los primeros años de adultez y que, probablemente a fines de 1450, fue padre de su primer hijo, Judah, y tuvo una hija o dos en los años siguientes. Además, a partir de algunos indicios que dejó, sabemos que disfrutaba mucho de la compañía de su familia y que, desde los primeros años de adultez, estuvo muy involucrado en los negocios. En esos días era un hombre feliz en su círculo familiar, poseía un gran espíritu emprendedor y, sobre todo, era rico y apreciaba considerablemente los valores materiales de la vida; entonces, la inclinación mística no pudo haberse originado aquí.

Sin embargo, hubo un elemento social en el giro de Abravanel hacia el misticismo, y esto puede ser descubierto con facilidad.

Isaac Abravanel era, no obstante, el hijo de una familia fugitiva de Castilla, cuya infancia transcurrió en los días de Duarte y Don Pedro y que maduró durante el primer período de Alfonso cuando la política de Don Pedro aún estaba vigente. Los recuerdos amargos del pasado familiar y la hostilidad que rodeaba a la vida judía en ese momento habrían dejado una huella profunda en su mente sensible que buscaba entender el “por qué” y el “cómo” del misterio relativo al sufrimiento y a la existencia de su pueblo.

Además, bajo la influencia española, en el siglo XV, Portugal era muy probablemente, caldo de cultivo para el misticismo judío y, como en el caso de otros místicos judíos, el pensamiento místico de Abravanel giraba en torno a la búsqueda de una solución del problema judío.

Asimismo, además de la influencia directa que éstos pensadores tenían sobre Abravanel, su embate contra la filosofía habría sido más alentada por la literatura judía anti-filosófica, aunque no mística, que, desde la catástrofe de 1391, estaba creciendo en volumen y agresividad en España. Las obras de algunos de los representantes de este tipo de literatura, como Alami e Ibn Musa, habrían sido responsables, en parte, del radical cambio de perspectiva de Abravanel.

El cambio es manifiesto en el segundo trabajo de Abravanel “La Corona de los Mayores”. Cuando escribió este libro, ya había desarrollado los fundamentos de su visión del mundo. Todos los temas principales de sus últimos escritos se encuentran en ésta breve disertación sobre el concepto de Dios y el significado de la profecía. Es en este trabajo que Abravanel expresa por primera vez su admiración por los cabalistas, los “dueños de la verdad”, y su crítica a los filósofos que “caminan en la oscuridad”.

Su ataque a la filosofía estuvo, principalmente, dirigido a los líderes de la materia, Aristóteles y Averroes, así como a otros exponentes dentro y fuera de la comunidad judía. La única excepción fue Maimónides, de cuya influencia Abravanel no pudo escapar. Y aunque su profunda admiración por Maimonidés se mezclaba con duras críticas, fue a través de su interés permanente en él que Abravanel continuó ligado a la filosofía hasta los últimos momentos de su vida.

Su interés principal, sin embargo, residía en los profetas y la perfección de sus escritos contrastaba en La Corona con los desaciertos obvios de los filósofos. Interpretar a los profetas y revelar la profundidad y grandeza de su sabiduría se volvió la gran ambición de Abravanel.

Su plan para comentar el Pentateuco, de hecho, había antecedido al libro La Corona. Pero al poco tiempo, el plan tuvo que ser abandonado.

En la mitad de la década de 1460, cuando Abravanel escribió su La Corona , Don Judah seguía con vida, aunque no estaba en su mejor momento, y Don Isaac, de a poco, fue asumiendo las responsabilidades de su padre. Los emprendimientos comerciales de los Abravanel, que eran vastos y ramificados, comprendían la percepción de impuestos, las actividades bancarias y las importaciones a gran escala desde Flanders, y demandaban constante vigilancia y atención.

La vida especulativa cedió su lugar a una vida de acción, y Abravanel tuvo que limitar sus planes literarios a escribir un comentario sobre Deuteronomio. Sin embargo, incluso este trabajo permaneció inconcluso durante mucho tiempo y, en una carta que escribió en 1472, lo vemos comprometiéndose a que, apenas tuviera algo de tranquilidad y la oportunidad de regresar al trabajo literario, “no descansaría ni dormiría” hasta que su obra estuviera terminada.

Pero la tranquilidad estaba muy lejos, dado que en el mismo momento en que Abravanel asumía tal compromiso, era arrastrado cada vez más dentro de la enmarañada red de las finanzas y la política.







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