jueves, 4 de septiembre de 2008

Vida y Obra de Isaac Abravanel (Parte I)




Nuestra Fundación se inspira en la figura del sabio Isaac Abravanel (Z´l), a quién homenajeamos mediante la utilización de su nombre.

Damos inicio con esta primera nota a una serie de entregas biográficas sobre la vida y obra de Isaac Abravanel basadas en el excelente trabajo realizado por B. Netanyahu intitulado “Don Isaac Abravanel: Statesman & Philosopher” publicado por la Jewish Society of America.

Dada la riqueza y profundidad de la vida de este gran maestro de la humanidad, consideramos relevante adentrarnos en el estudio de su historia personal y familiar, la que se encuentra atravesada por los acontecimientos más fundamentales de su época, destacándose la persecución y expulsión de la judería ibérica durante el siglo XV.

Para aquellos que no conocen a la figura de Don Isaac Abravanel, corresponde recordar que nació en Lisboa en el año 1437 en el seno de una familia judía y que murió en Venecia en el año 1508.

Su vida fue multifacética, pues se dedicó en profundidad tanto al estudio y comentario de las sagradas escrituras como a una carrera empresarial que le valió la confianza de numerosas Coronas europeas de la época. Estuvo al servicio de los reyes de Portugal, Castilla y Nápoles, así como de la República de Venecia. Fue tesorero del rey de Portugal, Alfonso V y agente comercial y financiero de Isabel la Católica, a la que prestó importantes sumas para financiar la guerra de Granada en el marco de la denominada “reconquista” española.

Su fuerte compromiso con el judaísmo y el pueblo judío, hizo que dadas sus conexiones con los Reyes Católicos, y su condición de líder de la comunidad hebrea de España, intentara persuadir a aquellos para que dieran marcha atrás al nefasto decreto de expulsión que se cernía sobre el pueblo de Israel.

Desgraciadamente para él y su pueblo, no lo logró. Abravanel se mantuvo siempre junto a sus hermanos y hermanas, y por ello se negó a convertirse al cristianismo cuando el edicto de Granada dispuso la expulsión de los judíos de España y marchó junto a su pueblo al exilio. Finalmente, se instaló en el reino de Nápoles, donde estuvo al servicio del rey. Luego pasó por Sicillia y Monopoli para terminar sus días en la ciudad de Venecia.

El interés que la figura de Isaac Abravanel suscita no se agota de ninguna manera con las breves líneas que anteceden.

Por ello, a continuación se presenta este primer fragmento del CAPÍTULO I “PORTUGAL: UN REFUGIO FELIZ” del libro mencionado, referido a la historia de la familia Abravanel que hemos seleccionado, traducido y editado especialmente para dar inicio a esta serie de entregas.


B. Netanyahu, Don Isaac Abravanel: Statesman & Philosopher, The Jewish Publication Society of America, Philadelphia, 5728-1968:

DON ISAAC ABRAVANEL nació en Lisboa, en 1437 (1), dentro de una familia destacada entre los judíos de Portugal y en toda la península Ibérica. Los Abravanel se distinguían tanto por su capacidad financiera como por sus logros políticos.

El padre de Abravanel, Don Judah, era el financista del Príncipe Fernando, hijo de Joấo I de Portugal y, probablemente, también trabajaba para otros miembros de la familia real. Su abuelo, Don Samuel, había sido una persona de poder en las Cortes de tres sucesivos reyes castellanos, y durante el reinado del tercero de ellos, Enrique III, alcanzó el puesto más alto en la administración financiera de Castilla cuando asumió el cargo de contador mayor. (…). De sus antepasados, Don Isaac heredó (…), la habilidad para manejar las finanzas públicas y la capacidad diplomática.(…)

Existe otra característica de la familia Abravanel que no podemos dejar de mencionar. Todos los antepasados de Abravanel habían sido líderes judíos destacados. Dados sus altos estatus sociales y, especialmente, sus conexiones políticas, su posición preeminente en la vida judía era algo natural. Sin embargo, los Abravanel no estaban dispuestos a dedicarse exclusivamente al liderazgo en los asuntos judíos o a la cuestión de las finanzas públicas, ya que, además de tener intereses materiales y políticos, tenían firmes intereses morales e intelectuales.

Es así que uno de los registros disponibles muestra a un Abravanel en los días del “poderoso y piadoso Rey Alfonso” –quizá se trate de Joseph Abravanel, el tatarabuelo de Don Isaac, en los días de Alfonso X (el Sabio)–, a quien incluso los más renombrados clérigos admiraban por considerarlo un “gran sabio” y cuya sabiduría y conocimientos le consiguieron una invitación a la Corte real.

(…). Sin embargo, en la vida de Isaac, como veremos más adelante, tanto la tendencia espiritual como la material, si bien colisionaban, fueron explotadas al máximo. De todas formas, Abravanel heredó de sus antepasados no sólo su capacidad financiera y su inclinación por el liderazgo, sino también aquel afán por la diplomacia, que tan profundamente influyó en su vida.

Sevilla fue la ciudad natal de los Abravanel y fue allí donde vivieron luego de la reconquista, como lo habían hecho durante la era musulmana y pre-musulmana. Sevilla, una antigua capital andaluza, era la única ciudad de Castilla que tenía importancia a nivel internacional. Fue reconquistada por los cristianos en 1248, durante el proceso de expansión hacia el sur llevado a cabo por Fernando III que le quitó a los moros otros centros importantes como Córdoba (1236), Murcia (1243) y Jaen (1246) y redujo los territorios musulmanes ubicados en España a los confines más estrechos que jamás hubieran poseído.

La conquista de Sevilla constituyó el logro que coronó a las cruzadas españolas por generaciones y el final de la expansión cristiana durante casi dos siglos y medio. Por ser un gran centro comercial donde los judíos eran poderosos y por ser un puesto militar del cristianismo durante su lucha histórica contra los moros, Sevilla formó parte de la fricción económica y religiosa que contribuyó a la creación de una atmósfera social densa. Por lo tanto, esta ciudad se convirtió en un caldo de cultivo para actos de agitación anti-judía extremadamente virulentos e implacables.

Sevilla fue donde se dio el primer paso, en 1378, para impulsar una campaña de persecución en contra de los judíos a nivel nacional, y donde se iniciaron las masacres anti-judías que se extendieron por la península en 1391. También fue en Sevilla donde la Inquisición abrió su primer tribunal en 1481.

(…)Sin embargo, esta atmósfera, además, dio cuenta de un gran revés moral en la historia de la familia. Dado que en los últimos días de los años ochenta del siglo XIV, en un momento en que la hostilidad hacia los judíos de Sevilla alcanzó su etapa más crítica y explosiva, Don Samuel Abravanel, abuelo de Don Isaac, gran cortesano y patrón de las letras, se convirtió al cristianismo. Los registros relativos a su conversión son muy escasos y no permiten llegar a conclusiones definitivas acerca de los motivos que lo llevaron a convertirse. No obstante, existen indicios suficientes que demuestran que en su decisión hubo un componente de debilidad y uno de coacción.

El hecho de que su conversión no fue, por completo, producto de su libre elección queda confirmado, claramente, por los hechos posteriores: si bien unos años después de su conversión, la mayor parte de los judíos de España se convirtió al cristianismo –hecho que redujo en gran medida la vergüenza social que la notoriedad de su conversión le habrá hecho sentir–, y si bien durante su vida de converso consiguió el alto cargo de contador mayor y tesorero de la Reina, Don Samuel Abravanel estaba decidido a sacrificar su profesión y retornar a la fe de sus antepasados.

Sin duda, Don Samuel, cualquiera haya sido el motivo de su conversión, se consideraba judío en secreto y estaba esperando la oportunidad para abandonar el país.

Del otro lado de la frontera estaba Portugal, que permitía a los conversos fugitivos de España de 1391 practicar libremente el judaísmo; por esta razón, muchos conversos huyeron a dicho país. Sin embargo, escapar no era tarea fácil. En España, el retorno de los conversos al judaísmo era considerado un crimen que se castigaba con la muerte, es por eso que cualquier intento de dejar el país debía ser disimulado sigilosamente. Esto resultó difícil para Don Samuel, quien al ser el contador mayor, estaba rodeado constantemente de funcionarios gubernamentales. Quizá, también quería, antes de abandonar España, liquidar sus asuntos financieros y rescatar la fortuna de su familia en la mayor medida posible. Dicha liquidación sólo podía llevarse a cabo gradualmente y con sumo cuidado para evitar sospechas. Por estos motivos, más de seis años después de los grandes disturbios –ocurridos en Noviembre de 1397– aún se encontraba en Castilla, al servicio del Rey y de la Reina, bajo el nombre bautismal de Juan Sánchez de Sevilla. No obstante, habrá sido poco tiempo después, probablemente a fines del siglo, que finalmente se liberó de los compromisos que lo ataban a Castilla y, aparentemente, habiendo perdido gran parte de sus bienes, abandonó Portugal con algunos de sus hijos.

Tanto la conversión de Don Samuel como su “retorno” dejaron una profunda impresión en la consciencia de los Abravanel. A lo largo de su extensa obra, Don Isaac apenas menciona la conversión de su abuelo. Probablemente, consideraba la cuestión como una mancha en la destacada historia de su familia, una mácula que quizás intentaba eliminar subconscientemente debido a su ferviente devoción por su pueblo y su fe.

Ningún otro autor de la Edad Media trató la cuestión de los marranos tan extensamente como Abravanel. Pero detrás de su severidad evidente hacia los marranos, detrás de las duras críticas y de la profunda compasión que suele mostrar en sus escritos, tal vez radique no sólo su consideración por el grave problema de los marranos de su época, sino también una reflexión sobre su actitud personal respecto de las experiencias dolorosas y quizá vergonzosas de su abuelo, experiencias que intentó, pero, lamentablemente, no pudo olvidar.

NOTA:

(1) De acuerdo con Baruch Uzziel Hesqeto (Forti), introd. a Wells of Salvation (Maayeney ha-Yeshua), Ferrara, 1551, 3ª, Abravanel nació en el año 5197 (otoño 1436 – otoño 1437) y murió en el año 5268 (otoño 1507-otoño 1508), a los 71 años (ibid., 4a). La muerte de Abravanel pareciera haber ocurrido o el 25 de noviembre de 1508 o el 13 de enero de 1509 (ver C. Gebhardt, Leone Ebreo, 1929, Regenten 55-57, y la nota 22 del capítulo IV de este libro). Si la segunda fecha es la correcta, Abravanel no podría haber nacido en 1436, ya que, en ese caso, hubiera muerto a los 72 y no a los 71 años de edad; por lo tanto, nació en 1437. Sin embargo, si Abravanel hubiera muerto el 25 de noviembre de 1508, podría haber nacido entre el 25 de noviembre y el 31 de diciembre de 1436 y aun así podría haber muerto a los 71 años, excepto que en ese caso, hubiera estado cerca de los 72 años cuando murió, hecho del que el biógrafo pudo no haber tenido conocimiento y que por eso no mencionó. Por consiguiente, lo más probable es que Abravanel haya nacido en 1437.

1 comentario:

  1. Es muy interesante leer sobre la historia de los judíos en España. Un libro que menciona a Abravanel (pero creo que situándolo en Toledo) es el de Noah Gordon, "El último judío"; un libro recomendable.
    Espero las próximas entregas!
    D.

    ResponderEliminar

Comentarios a esta nota: